lunes, 18 de mayo de 2009

Una ocasión perdida

Por lo visto, parece ser que la final de Mestalla el 13 de mayo pasará a la historia -al menos en los grandes medios de comunicación- por las pitadas al palco durante el himno.

Qué desperdicio.

Tenemos una prensa deportiva (y generalista) que muchas veces llena sus páginas de "noticias" que bien podrían calificarse como sinsorgadas: que si la lesión en la uña del dedo gordo de fulanito, que si las quejas de menganito porque no juega lo suficiente, que si los rumores confirman que el utillero dijo que zutanito quiere irse a otro equipo... En fin, hay que vender.

Pero algunos creemos que la prensa (y los medios en general) deberían tener otra función. Por ejemplo, la de servir de altavoz para las raras ocasiones en que el deporte, o la vida, nos da lecciones que pueden servirnos a todos para ser un poco mejores. Para compartir no sólo las -a menudo malas- noticias, sino también las experiencias gratas que nos enseñen algo positivo.

Y lo que sucedió en Mestalla después del partido era una magnífica ocasión para ello. Lo de Valencia fue también, y SOBRE TODO, un hermoso espectáculo de dos aficiones que -oh, milagro- coexistieron pacíficamente en un ambiente festivo durante dos días. De 22 jugadores que -albricias- a pesar de haber mucho en juego, se respetaron y terminaron el choque felicitándose mútuamente, vencedores y vencidos. De 30.000 a 40.000 personas que -lo nunca visto- tras una dura derrota no se movieron del estadio ni dejaron de aplaudir a su equipo (¡y al rival!) hasta casi una hora después del final del partido. De unos caballeros ganadores que -ejemplar- supieron reconocer el apoyo de la afición contraria y transformaron generosamente su "vuelta de honor" en un homenaje a las tribunas de los perdedores.

¿No sería bonito que todas las finales terminaran así? ¿No ganaría el fútbol con ello, volviendo a ser un deporte, en lugar de ser un acontecimiento "de riesgo" y un marrón considerable para las ciudades que albergan los grandes patidos?

Al parecer, no. La mayoría de la prensa decidió ignorar la preciosa demostración de fair play de Mestalla y lanzarse a los brazos de la polémica estéril. No digo que no se debería informar sobre los silbidos, sino que se ha perdido una gran oportunidad de pasar de puntillas sobre lo negativo para subrayar algo mucho más ejemplar.

Mi conclusión es que los medios tienen muy pocas ganas de hacer del fútbol un espectáculo edificante.

domingo, 17 de mayo de 2009

¿Alguien vio nuestra pancarta?

Hemos de admitirlo: nuestra presentación en sociedad en la final de Copa dejó bastante que desear en cuanto a su repercusión mediática y gestiones oficiales.

Habiamos planeado encontrarnos con el responsable de la zona internacional de peñas del Athletic, y con nuestros compañeros de la agrupación "Leones italianos", pero -por aquello de que la jornada fue bastante intensa, y bastante tuvimos con pasar un poco de tiempo con amigos de Bilbao a los que hacía mucho tiempo que no veíamos- no fue posible. En fin, lo dejaremos para la UEFA (o 'Europa Cup', como parece que se va allamar ahora).

Pero lo realmente frustrante fue la nula repercusión mediática que tuvo nuestra reluciente pancarta, elaborada para la ocasión (gracias de nuevo, Ibon) y que -además que estar expuesta durante horas en 'Athletic Hiria'- colgamos en el Gol Sur alto de Mestalla (a la izquierda de la portería en la que no pasó casi nada, salvo el gol del empate de Touré Yaya, el maleducado arrepentido).

En fin, yo he visto fotos de la pancarta de la peña de Lepe, de varias barcelonistas... pero ninguna de la nuestra (con el logo que podeis ver a la derecha, y el texto 'Peña Athletic 1-7 Bruselas').

Así que ya sabéis: si encontráis alguna foto en la prensa, o alguna mención escrita, hacédnoslo saber...

jueves, 14 de mayo de 2009

El enano que fingió ser un niño

Hay veces que las emociones empañan la realidad. Ayer en Mestalla hubo mucho de todo: espectáculo, ambiente festivo, lucha, deportividad, un gramo de fanatismo afortunadamente muy bien erradicado, y bastantes lágrimas, tanto en el campo como en la grada.

Y también hubo fútbol. Aunque de esto último sólo se encargó un equipo, y eso es a lo que voy con este post. No quiero hacer una crónica más, simplemente quiero llamar la atención sobre algo que me chirrió, y que creo que los medios -especialmente los bilbaínos- no subrayan lo suficiente: la flojera que le entró a este Athletic en el partido más importante en años.

Athletic y Barça jugaron los primeros minutos de igual a igual, pero era una igualdad falseada, comparable a la que puede haber entre un enano y un niño. Miden lo mismo, se tutean, no está claro quién es mejor que el otro. Incluso puede que el enano resulte temporalmente ganador.

Pero la vida pasa, el tiempo avanza. Y cuando el partido llega a su adolescencia, resulta que el chaval pega el estirón, se desarrolla, crece, se hace más fuerte. Y el enano sigue a dos palmos del suelo, mirando impotente cómo le sobrepasan: le ha ido bien mientras las circunstancias aparentaban ser iguales, cuando fingía ser él también un niño que podría crecer y continuar la batalla con un mínimo de garantías.

Así, llega un momento en el que engañarse a sí mismo no vale para nada: el jovenzuelo -cada vez más musculoso, casi ya un hombre hecho y derecho- no deja de repartir mandobles. Y el gnomo futbolístico (me duele usar este término, pero un equipo que sólo tira dos veces a puerta en 90 minutos -Javi Martinez inmediatamente antes del gol, y Toquero cuando marcó- sólo puede ser definido así) no puede hacer más que recibirlos impotente. Fue esta incapacidad de crecer del Athletic lo que me decepcionó.

La mayoría de los medios hablan del Barça como un ciclón, algo a lo que es imposible resistirse. Si el partido de ayer se hubiera jugado 10 veces, probablemente el Athletic las habría perdido todas ante este Barça sideral. Pero me da la impresión de que los nuestros lo intentaron demasiado poco, que podían haber hecho mucho más. Mimbres hay. Y si se trata de jugar ante un equipo teóricamente superior, en la semifinal contra el Sevilla ya tuvimos un ejemplo de cómo creer y crecer, superarse, y ganar.

Antes de la final se dijo que "jugarle al ataque al Barça sería un suicidio". Puede. Pero ayer comprobamos que no hacerlo también lo era. Con la diferencia de que si el Athletic lo hubiera dado todo también en el césped -no sólo en la grada, ahí no quedaron dudas-, al menos nos quedaría el regusto dulce de quien regresa herido después de batirse el cobre.

Ojo, mi crítica es sólo hacia el partido de ayer, en ningún caso quiero quitar mérito a los jugadores que nos han traído a esta final, a los que sólo puedo agradecer el gran torneo que han hecho. Al fin y al cabo, si no hubiera sido por ellos, no habríamos vivido estos días, estos meses, extraordinarios.

En su balance global, esta final sólo puede resumirse con una palabra: inolvidable. Había mucha hambre acumulada, y eran frecuentes los abrazos entre amigos en los que nos repetíamos, casi incrédulos "estamos en una final de Copa!". Tras años de soñarlo, por fin hemos conseguido vivirlo (en el 84-85 teníamos 12 tiernos añitos, y obviamente no era lo mismo). El ambiente en Valencia fue extraordinario, y nos queda la sensación -ya subrayada en este Blog- de que es absurdo que esto no se repita más a menudo.

Pero lo mejor, con diferencia, fue lo que sucedió en la grada de Mestalla. En la presentación de la peña afirmamos que lo importante es que tu equipo te llene de orgullo. Y ayer, en los 50 minutos largos que pasaron desde que terminó el partido hasta que abandonamos el campo, la sensación fue exactamente esa: orgullo de nosotros mismos, de esos miles de personas que seguían aplaudiendo, celebrándose a pesar de la derrota, auto-emocionándose con cada oleada de gritos comunes, que superaban con mucho a los de alegría del bando ganador.

Para la próxima final, un deseo: quiero que las crónicas del día siguiente sean diferentes. Me entristece un poco ese tono misericorde que adoptan hoy los periódicos no-bilbaínos cuando hablan del Athletic, diciendo algo así como "qué ejemplares son, qué afición tienen, pero qué poquito juegan".

En la final que vendrá (espero que muy pronto), doy por sentado que -salvo que pase algo extraordinariamente desagradable, que dudo que sea el caso- la afición rojiblanca estará siempre a la altura, incloso varios miles de metros por encima.

Pero lo que quiero es que, esta vez, el equipo al que animan se aproxime algo a esa "altura" en el momento clave.

martes, 12 de mayo de 2009

Desde Valencia: Queriendo creer

Bueno pues, ya llegó el día.

Estamos, cómo no, en Valencia. Algunos de nosotros con entradas, otros sin ellas. Todos, con la certeza de estar viviendo algo único.

Hemos estado en "Athletic hiria", hemos saboreado un ambiente extraordinario, hemos degustado talo con chorizo -que, llegados desde Bruselas al Turia, sabía aún más exquisito- entre miles de personas sonrientes luciendo sus camisetas rojiblancas.

Todos coincidíamos en algo: sólo el Athletic es capaz de aglutinar a tanta gente tan lejos de su tierra -son legión los que, sabiendo que no entrarán en el Estadio, se han metido 6 horas de carretera, pero no hay que olvidar que mañana llegarán los componentes de las peñas de México, Venezuela, Cuba, Miami...- con tanto entusiasmo y tanta hambre de triunfo.

Es inevitable preguntarse porqué, inexplicablemente, esto se nos ha negado durante 25 años. Y es que es difícil de explicar porqué el Athletic, que ha tenido jugadores muy decentes desde el 85, que he formado equipos muy competitivos, que ha hecho campañas de juego más que aceptable -con sobresalientes clasificaciones ligueras- ha tardado tanto en volver a una cita con la historia, a oler de cerca un título.

Y esta tardanza se vuelve aún más inexplicable cuando se piensa que equipos como -con todos mis respetos- el Getafe, el Recre, el Betis, Osasuna, Zaragoza (en varias ocasiones) han llegado a saborear las mieles de esto que estamos viviendo hoy, que hemos vivido esta tarde, que viviremos -y vaya que sí lo viviremos- durante el día de mañana.

25 años son demasiados, aunque precisamente sea el hambre acumulada la que haga más especial la ocasión. Hoy somos felices, pero es inevitable preguntarse porqué no estamos, porqué no hemos estado, en esta situación más a menudo.

Sin embargo, y aún disfrutando de este momento a tope, ha habido un momento esta noche en Athletic Hiria en que me he sentido arrugado: Un amigo ha puesto en marcha una cámara de video y nos ha ido preguntando, uno a uno, cuál era nuestro pronóstico para el partido de mañana -ya hoy- y he sido el único que he respondido "creo que vamos a palmar".

Por supuesto que no me apuntaba a las lógicas fanfarronadas -que las ha habido- de "al Barça le ganamos seguro". El rival impone respeto, eso lo sabemos todos, aunque sin Iniesta no sean los mismos. Pero eso no excusa mi deserción anticipada. Ha habido un momento en el que he decidido perderme, pasear sólo entre la multitud exultante. Y me he reprochado mi pronóstico, planteándome si mi "realismo" no sería más bien no sería una protección para no desilusionarme mañana.

Y he llegado a la siguiente conclusión: ya me vale. Ponerse la venda antes de sufrir la herida es como no querer comer para luego no tener que cagar. Aunque pique, aunque haga daño, he decidido que el escozor -desagradable, amargo- me va a resultar más benigno que un fatalismo anticipado que sólo me va a proporcionar el dudoso placer de "tener razón".

Así que me he decidido a creer, a ilusionarme, a esperar algo extraordinario. Germán, vamos a ganar la Copa.

jueves, 7 de mayo de 2009

Conseguir un bar: ese desafío

Para los seguidores del Athletic en Bruselas, los domingos futboleros no son cosa fácil.

Me explico: no es que radicales del Anderlecht nos torturen salvajemente haciéndonos aprender de memoria su alineación. Me refiero a que ver por la TV los partidos de Liga (y no digo ya a los de Copa) es complicado: no sólo hay que encontrar un bar con canal satélite que retransmita partidos de ligas extrajeras. De esos hay muchos. Lo realmente difícil es encontrar alguno que quiera dar partidos del Athletic.

Porque los bares -no nos engañemos- son negocios. Y aunque le caigas bien a un barman despistado y acceda a ponerte una tarde el Numancia-Athletic, se va a dar cuenta enseguida de que -por mucho que consumas- hay bastantes equipos que, amén de jugar mejor, tienen bastante más tirón, atraen a más clientes y le resultan más rentables.

Así que el primer gran problema es hacerse hueco entre la concurrencia, abrumadoramente mayoritaria, que lo que quiere es ver los partidos del Madrid o del Barça. O del Manchester United, o del Milan, o del Werder Bremen, que Bruselas es una ciudad muy internacional, y la competencia se multiplica (además de haber gente con el morro futbolístico muy fino, acostumbrada a ver espectáculos de alta calidad, que esa es otra. Los espectadores "neutros" pueden quedarse a ver un Valencia-Barcelona, pero huirán despavoridos del bar si lo que hay en la tele es un soporífero 'Huelva-Bilbao').

Conseguir una sede fija para ver los partidos es, pues, una maniobra que recuerda bastante a los reportajes sobre el lince ibérico de Félix Rodríguez de la fuente, cuando narraba con su voz acartonada aquello de "El felino debe obtener una madriguera adecuada en la que agazaparse, pero -aún cuando la consiga- le quedará la tarea más difícil: saber defenderla".

Esto requiere un trabajo diplomático durante semanas, tal vez meses, que podríamos resumir como "insistencia-agrupación-fidelidad". Gráficamente, este famoso vídeo de youtube explica bastante bien la labor a realizar: la fuerza del grupo y la competencia extrema. http://www.youtube.com/watch?v=LU8DDYz68kM

Insistencia, porque debes darte a conocer. El "rarito" que entró una vez en el 'Bar espagnol' de la Place Gueux, en pleno distrito comunitario de la capital belga, para pedir que le pusieran "el partido del Bilbao" tiene que volver varias veces para dejar de ser "rarito" y convertirse en cliente.

Además, es esencial formar lo que podría llamarse una "masa crítica". De repente, notas que entre la concurrencia aparentemente aburrida, hay otra persona en la mesa del fondo que se ha llevado las manos a la cabeza cuando el árbitro ha expulsado (otra vez!) a Aitor Ocio. "Vaya, otro rojiblanco" piensas. A por él. Hay que hablarle, conocerle, convencerle para que vuelva, y que se traiga amigos si puede. Si para el próximo partido somos 4 en lugar de dos, mejor que mejor.

Por último, y una vez que se consigue formar un grupete que sea capaz de hacerse fuerte ante el televisor y convencer al propietario del bar -cerveza tras cerveza, café tras café- de que, aunque la calidad de su juego sea infumable, el Athletic puede darle unos euros, hay que demostrar fidelidad.

Esta tarea silenciosa puede resultar ingrata. Primero, porque el bar en cuestión puede perfectamente estar en la otra punta de la ciudad (ya ha quedado claro que es el local el que te elige a tí, no a la inversa), y segundo, porque en Bruselas el tiempo no acompaña la mayoría de las veces. Pongámonos en la situación: sobremesa de domingo, con un tiempo de perros y un frío que pela, en la que lo que realmente apetece es quedarse en casa. A eso de las 4, recibo una llamada de Julen:

- "Qué, vas a ir al partido?"
- "Buf, no sé..." respondo "estoy de resaca, llueve y (miro el termómetro)... joder, 2 grados! Y encima ya sabes que el autobús los fines de semana pasa sólo cada media hora..."
- "Como quieras, pero que sepas que el domingo pasado vino un grupo de tifosi del Nápoles pidiendo que les pusieran la liga italiana. Se quedaron a comer, y todo. Eran unos 7"

Y claro, uno empieza a ver leones, búfalos, cocodrilos, y cierra el libro que estaba leyendo para ir a vestirse. "Nos vemos allí a las 5 menos 10".

Y asi, tras tardes y tardes de recorrerse media ciudad para llegar empapados al bar y ver perder a nuestro equipo, al final la maniobra obtiene su merecido premio.

Hace ya tiempo que Miguel y Christian nos acogen amablemente en su bar -que en un alarde de originalidad han llamado 'Miguel y Christian', http://www.miguelychristian.com/ - que es ahora la sede oficial de nuestra peña.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Como nació esto

La idea de crear una peña del Athletic nos llevaba ya tiempo rondando por la cabeza a los que nos juntábamos cada domingo para ver los partidos en Bruselas. Desde el 2006, antes quizás, pero hasta esta temporada no nos hemos atrevido a dar el paso.

En realidad, la ocasión estaba ahí: el grupo de aficionados ya estaba más o menos formado (encontrar otros forofos del Athletic en el extranjero no es cosa fácil, pero en una ciudad como esta, en la que casi todo el mundo está de paso, crear un grupo estable es aún más complicado), llevábamos ya varios años sufriendo juntos ante la TV, habíamos encontrado una sede en la que nos ponían los partidos...

Lo único que necesitábamos, lo que el cuerpo llevaba años pidiéndonos para decidirnos a dar el paso, era un poco de ilusión. Porque no nos engañemos: juntarse para ver el fútbol entre amigos es una cosa. Crear una peña es otra muy diferente: hay que informarse sobre los requisitos oficiales, redactar unos estatutos, traducirlos al idioma local, encontrar cobertura legal, distribuir cargos, ponerse en contacto con el Club, viajar a Ibaigane para presentarse, elaborar un logo decente... un marrón, vamos.

Y para vencer la inmensa pereza que estas tareas administrativas nos daban, lo que necesitábamos era un pequeño gran empujón: el entusiasmo (palabra de origen griego que significa "llevar a los dioses dentro"). Y esta temporada los leones, por fin, nos lo han dado.

Y no por la Copa, no. El subidón nos vino mucho antes de la clasificación para la final. Y es que mira que somos agradecidos: tras tres largas temporadas de penurias pedíamos muy poco, en realidad. Creo que éramos -como muchísimos otros aficionados del Athletic- unos indigentes del fútbol, pidiendo cada domingo, por piedad, "un poco de por favó de juego decente y unas racioncillas de ná de ilusión más allá del salvarnos por los pelos".

Así que en diciembre del 2008 estábamos como motos. Tras los triunfos ante el Valencia y el Málaga se hablaba de llegar a la UEFA por la liga, incluso (ver viñeta de Antón en El Correo). Ese fue el momento en que nos decidimos a dar el empujón definitivo a nuestra idea.

Además, nos enteramos de que un grupo de aficionados del Atlético de Madrid con los que compartimos semanalmente bar y coñas futboleras (gente maja, la verdad) estaban formando su peña "Frente de Liberación Panadero Díaz" -así, según suena.

Esto añadió el aliciente de "pique" para seguir adelante con las gestiones. Si los de la "sucursal madrileña" tenían peña en Bruselas, nosotros, siendo de Bilbao centro, no íbamos a ser menos. El nombre, 1-7, surgió -junto con alguna alternativa más- durante la cena en la que dimos el pistoletazo de partida a la iniciativa.

Siendo más de 20 socios, había también otras opciones, pero bastó un mail medio emotivo -el que puedes ver en el epígrafe "presentación", a la derecha- para convencer a la mayoría de que el resultado de Lieja (recuerdo que todos guardábamos como oro en paño, sobre todo en las temporadas de angustia que le siguieron) era el más adecuado.

El resto de gestiones fue como la seda: en cuanto nos pusimos, todo fueron facilidades.

Desde el Athletic, Javier Ucha -responsable de relaciones externas- nos atendió con enorme eficacia y una amabilidad que ayudó bastante más de lo que él pueda creer (tocar a la puerta "oficial" del club con la incertidumbre de no saber lo que te vas a encontrar y ver que todo son sonrisas y disposición a ayudarte es realmente gratificante).

Para las dudas que nos surgieron sobre cómo crear la peña desde el extranjero, Simone -de la peña "Leones Italianos"- nos ayudó con sus consejos para reducir la burocracia y nos puso en contacto con el responsable de la Zona 'Internacional' de peñas del Athletic (sí, aunque resulte poco conocido, hay forofogoitias nada menos que en México, Cuba, Florida, Italia, Venezuela y Argentina, además de en Iparralde).

Y -last but definitely not least- el gran Forges nos obsequió con un logo fantástico (que también puedes ver a la derecha). Fué escribir al servicio "Usted pida, que ya veremos" de su página web, y en cosa de 4 horas ya estaba hecho. Chapeau, Monsieur Fraguas!

Pero no sólo la organización y los tramites fueron sobre ruedas. Y es que, a la chita callando, los leones nos estaban preparando, sin avisar, una plataforma de lanzamiento extraordinaria. Fueron pasando eliminatorias, deshaciéndose de rivales (Osasuna, Sporting... partidos que seguimos puntualmente cada miércoles) para servirnos en bandeja un escaparate único para presentarnos en sociedad: la final de Valencia.

Allá vamos, pues. A estrenarse con categoría.

Una semanita...

Miércoles 6 de mayo del 2009. Una fecha tan buena como cualquier otra para empezar un blog.

Bueno, tal vez mejor que cualquier otra. Y es que el calendario -al que los aficionados del Athletic llevamos mirando con cierta esperanza futbolera desde aquella magica noche del 4 de marzo- empieza a llenarse de fechas naranjas, cada vez más oscuras, hasta volverse rojas, muy rojas, granates casi, marcadas con tinta indeleble, llegando al epicentro, al GRAN día: 13 de mayo, final de Copa, Valencia.

Una semanita, ni más ni menos. Una fecha redonda que aprovechamos para iniciar nuestra andadura en la red. La peña está ya oficialmente constituida; los estatutos, redactados, traducidos y revisados; la pancarta conmemorativa que llevaremos a Valencia está encargada, los billetes de avión reservados... Sólo falta esto: contarlo.

Que es, en definitiva, lo que trata de hacer este blog: compartir con quien se arrime a este rincón cómo vivimos nuestra afición al Athletic desde Bruselas.

Trataremos de aportar comentarios lo más a menudo posible (siempre que haya algo que contar, claro, que esa es otra: no aspiramos a ser los 'Ana-Rosas' rojiblancos, dando la murga aunque no tengamos nada que decir).

Bienvenid@s!