lunes, 12 de septiembre de 2011

Un debate intenso

Las cosas no pintan bien.

Y en la Peña (oh, gran crisol de culturas, de procedencias y de opiniones - y de ganas de vacilarnos a saco y de quitarle hierro a las cosas serias del fútbol, que como dijo aquel no es cosa de vida o muerte, sino algo mucho más importante), debatimos con pasión.

Los hay que reclaman ya a estas alturas medidas drásticas. Hay quien habla de que el socio se ha equivocado gravemente ("que la hemos cagao", en plata) y que el binomio Urrutia-Bielsa les recuerda a aquel Lamikiz-Mendilibar, con sus consecuencias.
Bromeando, les llamo "agonías". Pero como los "agonías" de nuestra Peña saben de esto del fútbol mucho más que yo, empiezo a tener alguna duda.

Pero en fin, ya que este es mi blog, diré la mía: Entiendo el proyecto de Bielsa como de largo plazo, no en plan “el Ferguson del Athletic”, que hubiera dicho Lamikiz, sino de alguien que viene a implantar una nueva forma de concebir el juego (como JUEGO, diversión, entretenimiento, no como sufrimiento) en un club que lo puede hacer mucho mejor, lo ha demostrado, pero vive acongojado por el recuerdo de unos años pavorosos.

Y es que, a pesar de que esto a algunos les huela a "Urrutikiz y Bielsilibar", a mí no me pasa lo mismo. Por el momento no hay elementos para juzgar en un sentido o en otro, pero yo me fío bastante de las formas. Son tal vez una tontería, pero te indican por dónde va y por dónde va a ir la gente. Lamikiz ya había bajado al césped del campo de Lieja a darse un baño de masas recién elegido Presidente, sin merecérselo aún a mi juicio y bebiendo sin permiso de la copa de éxito que el entrenador, al que –por cierto- al cabo de un par de meses, sin pestañear, acusó públicamente de “fracasar” (eso puede que lo pensáramos todos, que la eliminación ante el Austria de Viena fue un fracaso, pero un Presidente no puede decirlo). En la temporada siguiente, Lamikiz ya faroleaba en Septiembre, tras echar al otro entrenador de malas maneras (no presentando una candidatura diferente al socio, de modo abierto, como en esta ocasión) que el Athletic era líder en la primera jornada -después del 3-0 de arranque a la Real- y que no cabía descartar que lo fuera también en la última.


Lamikiz empezó a tomar decisiones que torcieron el proyecto una vez elegido: entró con Valverde, con un esquema que funcionaba, lo cambió y fracasó. Urrutia es otra cosa: puede que su apuesta sea errónea, pero al menos ha ido de cara y el socio ha podido elegir la medicina que se le va a aplicar conociéndola de antemano, y –sobre todo, y esto no hay que olvidarlo- conociendo el tratamiento que se le iba a seguir aplicando en caso de elegir la otra opción. Con Lamikiz esto no pasó; en su programa electoral abierto no estaba cargarse a Txingurri.


No quiero hacer de esto una cerrada defensa de Urrutia: aún no se sabe lo que nos va a traer, es pronto. Pero pongo el ejemplo anterior de relevancia para subrayar lo inadecuado de la comparación que planea en más de una cabeza en estos momentos.


Pasemos al entrenador: a algunos de nuestros peñistas les irrita la actitud de Bielsa de reconocer en demasía sus errores (lo hizo con los descartes, lo ha hecho más recientemente al admitir que sus ideas no han calado aún). Bueno, la verdad es que no le veo nada malo. Nunca me han gustado los Iruretas de turno, que tras el 2-0 de Anorthosis dijo aquello de “es que el césped estaba alto”. Prefiero a los tíos que van de cara. Y este, habiendo ya reconocido dos errores graves ante su nueva gente (que sabe que no le conoce, que sabe que se arriesga), demuestra tener un carácter y una seguridad en sí mismo admirable. Pocos recién llegados lo harían (¿vosotros reconoceríais abiertamente errores nada más llegar a vuestro nuevo curro?). El sí. Pues olé sus huevos.


Y en cuanto al juego, ayer vi cosas que me gustaron. Las dos ocasiones más claras del Athletic en la primera parte vinieron de jugadas bastante diferentes a lo que he visto estos últimos años, y me gustó (el pase en profundidad de Muniain al hueco a Llorente, al que le pararon el mano a mano, fue una cosa que no había visto entre los nuestros desde Garitano y Guerrero, más o menos).


Resumiendo: paz y ciencia. Calmemos las cosas y dejemos al experto actuar. Tengo confianza en Bielsa. Y me extraña que en nuestra Peña alguien tan habitualmente comedido como el Secre se rasgue las vestiduras desde tan temprano (lo cual me da a indicar que tal vez me esté equivocando yo, la verdad). Pero reitero mi apuesta: este Bielsa trae cosas nuevas, y soy partidario de dejarle hacer. En algunas se equivoca (estoy con el Tesorero en que lo nuestro nunca ha sido jugar con la defensa adelantada), pero lo que tengo por seguro es:


a) que tonto no es,


b) que sabe escuchar (si tonto no es y viene como nuevo a un ambiente desconocido, lo hará);


c) que se le va a dar tiempo (si la Directiva le hace dimitir antes de navidades se tendrá que ir con él, supongo), y


d) que por lo general, su estilo –como el del Presi, al que se le puede acusar de bisoñez pero por el momento de poco más- me gusta.


Se empieza por eso. Los resultados ya vendrán, espero. Pero en todo caso, prefiero arriesgar antes que condenarme a suspirar de desesperación cada vez que veía los patadones habituales.


Venga pues.